lunes, 21 de mayo de 2012

Problemas del Uruguay en el siglo XIX


Cuando el Uruguay nace a su vida como país independiente se encuentra con problemas de larga data, que debe ir solucionando; entre ellos:


    1.  Poca población: el Uruguay contaba con muy poca población; a penas unos 140.000 habitantes (según el censo de 1840), de los cuales 40.000 se encontraban en Montevideo. Significaba escasez de mano de obra y dificultades para la industria y el comercio.

    2.  Malas comunicaciones:



    3.  Monoproducción ganadera: el país se especializaba, desde la Colonia, en la cría de ganado de forma extensiva, lo que hizo que predominaran los latifundios, "desarrollando una explotación donde había un vacuno por hectárea o hectárea y media y un hombre cada 3.000, 4.000 o 5.000 vacunos".

    4.  Desorden en la propiedad de tierras y ganados: las guerras revolucionarias habían acentuado el desorden en la campaña. Ausencia de títulos de propiedad, límites imprecisos entre las estancias, propietarios españoles emigrados que reclamaban sus tierras, donatarios artiguistas con miedo de perder sus propiedades, falta y confusión en las marcas de ganado.
    5.  Debilidad financiera del Estado: el Estado no tenía posibilidad de recaudar dinero a través de los impuestos, dada la poca población y su escasa capacidad económica. Además, las tierras y los ganados no pagaban casi nada, por el poco control del Estado y porque los hacendados se negaban a pagar.  El único ingreso provenía del comercio exterior, recaudado en la Aduana.

   6.  Oposición campo-ciudad: existía un marcado dualismo: Montevideo-campaña. La ciudad europeizada frente a una campaña semi-bárbara, la ciudad comerciante frente al campo productor, eran rasgos generadores de un agudo antagonismo, que se tradujo en las largas luchas entre “caudillos” y “doctores”.
   La campaña estaba habitada por el gaucho, habituado a la libertad y con pocas necesidades para satisfacer (frecuentemente por el robo o el contrabando más que por el trabajo); la falta de una clase media de agricultores y pequeños estancieros; la soledad de los campos creada por los enormes latifundios; la facilidad de la obtención del alimento (ganado sin marca ni cerco); desorden provocado por décadas de guerra, el odio a la autoridad (española, porteña, portuguesa, brasileña) siempre represiva; todo ello contribuyó a crear un clima de hostilidad hacia la ciudad, de donde venían las órdenes, los reglamentos, las trabas a la libertad personal.

    7.  Caudillos y doctores: el gaucho se expresó por el caudillo, suma de pericia y coraje, al que se adhería por admiración varonil y espontánea. Él fue el centro de autoridad aceptada en el campo, tanto más cuanto se oponía a la que venía de la capital. Si caudillo y gobernante eran la misma persona (F. Rivera), el Estado se hacía obedecer; si no lo era, la vida política de la ciudad y de la campaña corrían por carriles separados y con frecuencia se enfrentaban.
    En la ciudad, la actividad comercial, que fue su esencia, marcó la vida económica, política y cultural. Abierta al mundo, las influencias ideológicas y la moda europea calaron hondo en una burguesía que se iba enriqueciendo y aprendiendo a manejar el Estado a través de sus hijos doctores. Miró a la campaña como sede de barbarie y al gaucho como residuo del indígena salvaje que debía desaparecer para que la “civilización”, que creía representar, se asentara definitivamente en el país.

    8.  El problema de la Nación: ningún gobernante uruguayo de estos años llegó a pensar en términos exclusivamente orientales; de allí la “internacionalización” de los partidos políticos y el hecho de que el partido precediera a la Nación. En 1836, en la batalla de Carpintería, hubo “colorados” y “blancos”, pero todavía no uruguayos.
    Larga empresa fue para el país consolidarse cono Nación, en la realidad política interna, en la convicción de sus gobernantes y en el sentimiento de sus habitantes y sólo cuando estuvo a punto de desaparecer como tal (como ocurrirá durante la Guerra Grande, 1839-1851), se tomó conciencia del peligro y se comenzó a transitar por la senda de la nacionalidad uruguaya.


Tomado de Nahum, B. - "Manual de Historia del Uruguay. 1830-1903", Ed. Banda Oriental.