Pestañas
▼
lunes, 31 de octubre de 2016
La crisis de 1929
En
los años de la primera posguerra (luego de la Primera Guerra Mundial), EE.UU.
vivía una época de prosperidad y crecimiento económico debido al gran
desarrollo industrial. Sin embargo, ese crecimiento acelerado no fue acompañado
de hábiles políticas gubernamentales para poder aprovechar e invertir
correctamente ese dinero entrante. Como defensores del liberalismo económico,
el gobierno norteamericano dejó librado a la iniciativa privada todo lo
referente a la economía.
Los
empresarios y los agricultores continuaron produciendo como en épocas de
guerra, sin darse cuenta que los tiempos habían cambiado. En poco tiempo, la
oferta comenzó a superar a la demanda, el mercado de consumo se llenó de
producto que la demanda no podía abarcar y faltó poco tiempo para que los
precios comenzaran a derrumbarse.
Si
a ello le sumamos la gran especulación con las acciones de las empresas en la
Bolsa de Valores, era cuestión de tiempo que todo se viniera abajo.
El
día 24 de octubre de 1929 es conocido como el jueves negro, el día que quebró
la Bolsa (se vendieron millones de acciones buscando sus poseedores recuperar
por lo menos una parte de su dinero) y a partir de ese momento, la crisis asoló
los EE.UU.
Como
la economía había empezado a mundializarse y como EE.UU. era prácticamente el
que sostenía a los países europeos de la catástrofe de guerra, la crisis se
trasladó casi inmediatamente a Europa. Estos países buscando defenderse, se
cerraron al comercio exterior y dejaron de importar materias primas,
provenientes principalmente de América Latina. Así llegó la crisis a nuestros
países.
Cada
país tendió a tomar medidas para superar la crisis por separado: Europa decidió
autoabastecerse y producir todo sin comprar nada afuera; EE.UU. decidió que era
tiempo de abandonar el liberalismo económico e inauguró la época del New Deal,
consagrando la intervención estatal en la economía; América Latina osciló entre
la industrialización y la economía de subsistencia (en aquellos países agrícolas
donde existían aún comunidades agrícolas capaces de producir para su consumo).
Aquí
se generalizó el modelo ISI (Industrialización por Sustitución de
Importaciones) en los países que contaban con ciertas condiciones
necesarias. Se necesitaba para que el modelo triunfara un mercado de consumo
interno, acostumbrado a consumir los productos importados que iban a ser
sustituidos por los de fabricación nacional; mano de obra abundante para
trabajar en las nuevas industrias; capital para invertir en las empresas y
materias primas para industrializar. Estas condiciones sólo se daban en pocos
países. Era el caso de Argentina, México y Brasil. En los años 50, el modelo se
extendió al resto de América, incluyendo a nuestro país.
El
presidente Roosevelt (electo en 1933) decidió implementar una nueva política
económica para salvar a EE.UU. El New Deal (nuevo trato) fue un conjunto
de leyes económicas y sociales que consagraban la intervención del Estado en la
economía. Se creaban una serie de organismos estatales (como la AAA o la NRA)
para regular la producción, fijar salarios y horas de trabajo; se sancionaron
una serie de leyes de carácter social (jubilaciones, salario mínimo, etc)
tendientes a “proteger” a las clases sociales más desfavorecidas y a los
trabajadores.
El
New Deal no logró todo lo que se propuso, pero
sin duda la crisis hubiese sido peor si éste no hubiese existido.
La
Segunda Guerra Mundial terminó de recuperar a estos países de la crisis. EE.UU.
comenzó la carrera armamentista y su industria de guerra absorbió a los dos
millones de ciudadanos que aún estaban sin trabajo; el precio de las materias
primas volvió a subir recuperando la economía Latinoamericana.